La invisibilidad de las libélulas (II)

Desplegó sus alas para alzar el vuelo… iniciando un viaje donde la huida no tenía cabida. Solo era la solución a las aritméticas invertidas, caminos contrarios, renuncias en el inicio.
Voló… sintió como el viento la empujaba hacia ese abismo sin fin..

Eligio el asfalto para posarse, una vez la abandonó el calor provocado por el movimiento del aleteo, el frío se apoderó de ella. Hacía tiempo que no dejaba que los pensamientos se convirtieran en mantras perpetuos y sus vuelos imaginarios fueron extinguidos de lo rutinario por falta de inspiración.

El eco del sonido de sus zapatos chocando con el acerado al andar le recordaba al diapasón en aquellas clases de piano; el paso medido y el corazón sostenido.

Sin embargo hacía tiempo que aquello que la cultivó en tiempos sufría de goteras. Estaba desaprendiendo en temas referentes a educación hipócrita, historia de la desgracia y ciencias familiares… talvez era lo justo ante lo vivido.

Ver a los niños riendo en sus juegos era lo más parecido a la necesidad de felicidad, o algo sencillo, amable: una confesión de adolescentes, o los nervios de ese primer beso. Revivir esas sensaciones llenaban de contenido un día, sin más…

Y es que en ese mutismo, siendo crisálida, estaban concentrados los recuerdos y la indestructibilidad de lo que nace, crece y vive… allí volverá para iniciar esta historia.

(Continuará)
Nieves Fdez-Valderrama

La invisibilidad de las libélulas (II)

Abrió sus alas para alzar el vuelo… inició un viaje donde la huida no tenía cabida. Solo era la solución a las aritméticas invertidas, caminos contrarios, renuncias en el inicio.
Voló sintió como el viento la empujaba hacia ese abismo sin fin.

Una vez pisó la calle la abandonó el calor que la abrazaba y el frío se apoderó de ella,  hacia tiempo que no dejaba que los pensamientos se convirtieran en mantras perpetuos…

El sonido de los zapatos chocando con el acerado, en cada paso, le recordaba al diapasón en aquellas clases de piano, sin embargo phacía tiempo que lo que la cultivó en tiempos sufría de goteras. Estaba desaprendiendo de los temas referentes a educación hipócrita, historia de la desgracia y ciencias familiares… talvez era lo justo ante lo vivido.

Ver a los niños riendo en sus juegos era lo más parecido a la necesidad de felicidad … algo tonto, una confesión de adolescentes, o los nervios de ese primer beso y sus sensaciones podrían llenar de contenido un día, sin más…

Y es que en ese mutismo siendo crisálida estaban concentrados los recuerdos y la indestructibilidad de lo que, nace, crece y vive… allí volverá para iniciar esta historia.

(Continuará)
Nieves Fdez-Valderrama

Trasnochada…

Todo comenzó con la yema del dedo índice trazando un camino… (Olvidó su lápiz…)

Ordenó las ideas. Los corchetes, la señal de la opresión del día en la piel, la búsqueda de la libertad…La desnudez en el pensamiento.

El agua que acaricia, las manos en el cristal. Una mirada, la humedad en el beso y regreso a la realidad…

Una flecha dirigida a un ombligo anónimo disfraza una invitación sensual a imaginar el «más alla» cuando lo deseas aquí…

El pantone y la búsqueda de los colores, la noche y su oscuridad. El día que despierta y el reflejo del sol. El tono de la carne y la sombra del contorno en la sábanas.

Los movimientos, el balanceo y su intensidad, suave o duro… El matiz lo da el rasgo en el trazo.La voz y su calidez.

El sentido que acaricia en susurros: lo dulce y lo perverso. Los acordes en juego.

El suave olor a lavanda en almizcle con los sentidos.

La ambivalencia de lo correcto transformada según lo deseas… la timidez escondida y las ganas en juego.

Nieves Fernández-Valderrama

Los cajones del olvido

Escaparse a soñar…

Ese acto íntimo donde los tesoros o los deseos se llegan a tocar con las yemas de los dedos. Rozarlos te regala un viaje de vuelta a la realidad. Y es ahí justo donde tu decides si vas a por ellos.

En muchos casos son irrealizables y olvidados en los cajones de la memoria.

Hay un mapa que se me resiste. Miles de veces lo pongo encima de la mesa y lo lleno de sueños, deseos y propósitos. Tal vez porque parte de aquel primer mapa donde pasee el jardín con el amor irrealizable. Con la falta de aceptación de aquella realidad que anhelaba dentro de mi y con el miedo a acabar con lo que no existe.

A veces atravieso un país de entrada y salida. Nunca conseguí quedarme. Sus habitantes eran ajenos a mis convicciones, y me repito, «no dejaré atrás lo que soy a día de hoy». Una viajera cansada de la vida, esa no me lo pone fácil. No soy la musa de ningún artista, ni conseguí que un bucanero bebiera los mares por mi y ahora tengo un barco varado en un puerto invisible con un futuro incierto… no soy un personaje de libro ni pertenezco a letras malditas.

Me puede mi mundo: lleno de ilusiones, de lugares por recorrer, de rincones de los que enamorarme. Por eso no desfallezco en mi idea de dar ese salto donde escapar hacia un viaje real. Cogerte de la mano entrando en tus sueños, susurrarte con voz suave, llenarlos de color, de palabras que bailan sin significado. De mis ojos en los tuyos y los ajenos en otro lado…

Hoy vuelvo a viajar desde lo irreal entrando por la puerta invisible de los deseos para registrar los cajones del olvido…

 

 

 

 

 

 

 

Este jueves, relato: Baules cerrados

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Tras el cristal los brillos dorados. Es seco, no flota el hielo en líquido quieto. Llevo un rato observando como ese vaso se rellena de whisky tras dos largos tragos. Uno tras otro.
El tiempo no tiene valor, lo noto en su mirada perdida…
Empiezo a inventar su mundo.
En mi mesa tres papeles amarilleados, emborronados de letras y dibujos.  A mi «sin sentida» imaginación, varada y olvidada por el dolor de los acontecimientos, le gusta rebuscar en vidas ajenas,  abrir baules cerrados. Alguien podrá pensar que soy mendiga de lo que carezco.
Acabo de darme cuenta que es zurdo. Su mano cuenta más de él que su gesto. Las uñas están negras, su piel morena, reseca. En su chaqueta de pana una brizna de verde cesped me distrae…
Tierra, pienso que si me acercara  a él olería a tierra…  Sus raidos pantalones tienen rodilleras de asentamiento en el barro. Está pegado a la tela como si conformara parte de ellos…
Una flor, la semilla, constructor de vida, gerente de los ocres, dueño de la azada… ¿dónde te sientes cómodo?- me pregunto. De jardinero a sepulturero o simplemente granjero…
Me acercaría y le diría-  ¿estas solo?. Me mirará incrédulo o simplemente me regalará  un no.  Uraño, vagabundo de caminos o puede que dolido, sentido, abandonado de la vida…
Voy recogiendo mis papeles. Por un segundo tengo la sensación de que alguien me observa. Me vuelvo en un gesto de curiosidad…
¿Estas sola?- me dice. Me ruborizo como la niña que se siente descubierta. Separa la silla invitándome a que le acompañe e hipnotizada me siento.
Sientete cómoda, no me como a nadie- lo  miro fijamente. Pienso que si me ha leído el pensamiento mientras lo observaba. Me invade una sensación cercana al miedo y lejana a la tranquilidad…
El tabernero lee el periódico en alto. Han encontrado cerca del rio a una mujer muerta. Vuelvo a mirar sus manos.
Nieves
Más relatos con reglas en el Blog Lazos y raices 

Este Jueves, relato: Collages temáticos. Cadencias

jazzDe vuelta a la sesión de los Jueves en aquel tugurio.  Hoy volverá  a ser la estrella de un cartel de puerta de barrio. Todos se conocen. Incluso aquellos desmemoriados la escucharan  queriendo reconocer si entre aquellas serpientes de humo alguna vez una melodía con cadencia los embaucó…

Una botella casi vacía en la mesa de noche. Un vestido de «no estreno», el «rimmel» seco en las pestañas. Brindó ante el espejo con aquella bebida de color dorado  y sabor a  miel. La marca de sus labios como sello de que pasaron por los efluvios del olvido en el filo del cristal que lo contiene.

Sus pies hinchados en aquellos «stilettos demodé».  Se pregunta ¿quién soy? tras recordar días de «vinos y rosas».  Siente su cuerpo aprisionado en los recuerdos. En su estómago las mariposas ya no revolotean.

Un último deseo por cumplir. Tras la puerta la familia orgullosa esperando a la estrella. Cada cara una sonrisa fingida de alegría y un halo de lástima que no le es ajeno. Se vuelve a enfrentar al espejo. A observar el trampantojo de una historia vivida. Hoy será su función especial, estarán todos. Sabe que necesita ese último aplauso para seguir. Le gusta que sea en aquel lugar. Cerrará un círculo,  una vida de canciones escritas para su voz. Hoy algo quebrada…

La nombran, se pone en pie y tira de su traje hacia abajo, con gesto altivo controla el paso en sus zapatos de cincuenta años que tiemblan. El director de orquesta la presenta… y ella ante aquel publico y con voz desgarrada dice…

«Hoy hace 365 días…»

A cámara lenta el objetivo recorre hacia atrás el pasillo: el bullicio de la emoción, la puerta principal, baja los escalones. Allí está  bajándose de su coche,  buscando con su mirada el cartel que preside aquel lugar donde cada jueves había estado acudiendo. Hoy  esa puerta se ha crecido,  baja sus gafas de sol nubladas por las lágrimas de emoción para leer,  orgullosa.

Alcohólicos Anónimos…

Más collages inspiradores en el Blog de Mónica Neogéminis

 

32 de cien… Recuerdos y relocos momentos

Sigue dibujando mapas.

La vida le regaló un billete de ida sin vuelta. A ratos se permite viajar por los recuerdos. Recorrer al son de la brisa que la despeina y la lleva hacia lugares perdidos. Le quiere poner música a cada rincón. Al de la madreselva o al de las maletas. El desgaste producido por el tiempo habla de vivencias…

Nadie le compró su historia. No había pasajes de amor, ni bucaneros atrevidos; tampoco tristeza. Se vive desde dentro. Tanto que debes abrir los ojos cómo si fueras un niño ávido de aventuras.

Sabe la receta mágica para crear colores con pigmentos. Vuelan mezclados solos hacia ese lienzo invisible donde recrea sus sueños. Escribe sin pluma, las letras se trasladan por sus venas cómo tinta hacia sus dedos.

Del último viaje se trajo: ventanas cerradas por abrir. Colores nuevos que recrear. Casas de cuento que buscan personajes que inventar. Agua que corre brava por los pensamientos. Letras nuevas…

Anda dibujando el contorno, dándole sosiego al agua, abriendo lo cerrado. El próximo mapa no tiene nombre de ciudad, se llama «Futuro»…

¿Te embarcas a soñar?

La musa… (añadir el rumor de las olas)

Este jueves, relato… «Con pie forzado»

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Ayer fue miércoles toda la mañana.

Por la tarde cambió: se puso casi lunes…

Ángel González

Y así dicho esta regresión en el tiempo podría significar tantas cosas. Sólo hay una sola razón que empuja los días hacía atrás en el calendario. Algo tan íntimo que quedará por siempre así… Tal vez porque no pasa nada o porque todo puede pasar o quién sabe, simplemente pasa.

En el  vaivén de los días bajas las escaleras ansiando subirlas de nuevo. Cada día nace con su tempo. A veces corre cómo si en el ocaso del día se pudiera perder aquel tranvía llamado deseo. Otras se hace de un devenir pausado, lento: donde el suspiro y el paso se hace calmado. Las prisas se dejaron aparcadas en el hacer de los fogones en cocina. Y así llega un martes sereno, tras el hermano de estreno del sosegado domingo pasado;  pudiendo transformarse en un sábado cálido, que empuja al sueño acomodado en el jueves antes de un viernes de celebración de fin de condena. Una semana más deseando atrasar los tiempos  para volver a acomodar los sentidos en las caricias y los días nos cuenten historias que nos eleven hacia un destino incierto.

Al despedirnos revolveremos el semanario para que pase lo que no sabemos si pasó o simplemente deseamos que pase y… siempre, siempre, vestirnos de casi lunes en el meridiano…

Nieves

Convocatoria semanal de «Este Jueves, relato» desde el Blog de San,  Y Nacimos casualmente…     dónde podéis leer más relatos…

 

 

29 de cien… Un Prólogo para los mapas

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Sentarme y releer todo lo escrito, buscar un antes y basarlo en el después. Es curioso, aunque mi prólogo podría ser sencillo de relatar,  la verdadera esencia de mis mapas y el sentido de ellos quedan cercanos a una obra teatral que tuve la oportunidad de ver un día antes de afrontar este trabajo. ¿Casual?, no lo sé…

La obra «El cartógrafo» para mi fue cómo un paseo que no me era ajeno: la observación, la construcción, el color y deambular por el inevitable dolor. Los mapas no son solo un dibujo que marca una linde del espacio entre países, o  una cordillera que ocupa en territorio lugares ajenos pero encontrados;  me trasladaron a un gueto,  un lugar cerrado, una marca en un papel, una muralla donde se encierran:  historias, anhelos, esperanzas… El contorno lo dibujan creencias, disputas, sentimientos; el absurdo trazo rasgado de la supremacía entre iguales. Un muro infranqueable, no hay salida. De ahí la historia, la necesidad de no olvidar…

Y desde ese punto el paralelismo.

Un mapa no es solo un dibujo. Es la máxima expresión del contador de una historia, común, ajena o propia. Es vital para la supervivencia saber leerlos…

La música del piano siempre me devuelve al mismo lugar. Allí siempre hay paz aunque a veces la mar ruge como si quisiera mostrarme su linde agreste. De ahí parte mi idea de que nada se mantiene igual. El desgaste hace cambiar lo natural, lo que tan fácil fue. Y en ese cambio un mapa siempre tiene una fisionomía diferente para cualquier observador…

Mapas de delirios… sí, puede que todos soñemos que lo que fue podría ser o lo que se fue o dejamos ir puede regresar como el que vocea en la puerta de un bar sus intenciones.

Mapas vitales, las trayectorias que decides marcar en tu vida. ¿El sentido? siempre es voluntario aunque en ocasiones lo negamos.

Mapas de desapego, de deseos, de resurgir, de inicio; incluso de fin. Tantos como situaciones vivimos, decides estar o no. Dibujarlo puede ser un ejercicio cómplice o simplemente sucumbir al juego de los rincones por descubrir y entregar como cartógrafo anónimo la orografía de tu camino, acertado o no, el tuyo…

Olvidar es complicado. Siempre te perderás en recuerdos y te desplazaras en el tiempo hacia atrás buscando razones, momentos, para que aquella historia dibujada en tiza no se borre de un asfalto que te es ajeno ahora. Toca dibujar uno, el propio, el que te devuelve a la esencia,  tu viaje por iniciar… En este mapa solo te pierdes si te dejas llevar por la ceguera en un trazo incierto.

Orogafía del olvido o como perderse en un mapa.

Nieves, trabajando el arte de hacer mapas

*El Cartógrafo. Juan Mayorga (Dramaturgo)

 

 

 

 

28 de cien… Surrealismo viajero

Ha pasado una semana más y he perdido la cuenta de cuantos mapas he dibujado.

He decidido que necesito algún artefacto que me acompañe cuando el viaje de surcar sueños se haga una realidad…

No quiero verme cómo Alicia en el País de las Maravillas, deshaciendo días con un reloj que marca horas al revés.

Pensé en una pajarita de papel que me ayudaría a volar por los cielos y atravesar nubes como un misil que busca certero traspasar un corazón… aunque pensándolo bien lo mio no es el Origami. Así que descarté por las mismas razones el barco de papel.

Hay una flecha invertida que me invita a llevarle la contraria… Fue así como llegue a la tienda de cosas inverosímiles. Deseché viajes fantásticos inimaginados por Verne y, la posibilidad de un viaje de saldo de media vuelta al mundo en cuarenta días…

Buscaba algo más romántico que me llevara siempre hacia los lugares elegidos. Es curioso, en la estantería de los inventos invendibles encontré lo que buscaba, una brújula sin norte, fue como un regalo, tal vez porque si algo me apetecía era perder el rumbo en la aventura.

El equipaje debería ser ligero. Recorreré miles de kilómetros de pasos cortos para observar el transcurrir de las estaciones donde la orografía del terreno será complicada. Me he hecho con «botas de una legua», las de media se agotaron en el «Black Friday» que aún no llegó…

Ahora solo me queda darme una razón a mi misma para empezar a llenar la mochila de mapas y sueños de largo recorrido…

El viaje hacia el olvido está por finalizar…

Nieves